07 enero 2012
Desarrollan vacuna que ataca al cáncer de mama
La vacuna conllevaría ramificaciones para el tratamiento del cáncer ovárico, colorrectal y pancreático
Los científicos de Mayo Clinic de Arizona y la Universidad de Georgia (UGA) desarrollaron una vacuna que disminuye drásticamente los tumores en ratones modelo que imitan en 90 por ciento a los casos humanos de cáncer de mama y páncreas, incluso aquellos que son resistentes a los tratamientos normales. La vacuna, descrita esta semana en la edición temprana de la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences”, revela una nueva y esperanzadora táctica para el tratamiento de los cánceres que comparten el mismo distintivo de reconocimiento de carbohidratos, entre ellos, el cáncer ovárico y el colorrectal.
Cuando las células se convierten en cancerosas, los azúcares de las proteínas de su superficie atraviesan por cambios peculiares que las distinguen de las demás células sanas. Durante décadas, los científicos han intentado capacitar al sistema inmune para reconocer esas diferencias y destruir a las células cancerosas en vez de a las normales; pero debido a que esas células se originan dentro del cuerpo, el sistema inmune generalmente no las reconoce como extrañas y por lo tanto, no desencadena el ataque.
Los científicos utilizaron unos ratones singulares, desarrollados por la Dra. Sandra Gendler, Profesora “David F. y Margaret T. Grohne” de Terapéutica para Investigación sobre el Cáncer de Mayo Clinic en Arizona y coautora experta del estudio. Igual que en los humanos, los ratones desarrollaron tumores que expresaban de manera excesiva la proteína conocida como MUC1 en la superficie celular. El distintivo que adorna a esta proteína vinculada a los tumores y conocida como MUC1 es que tiene un conjunto menor de carbohidratos, hecho que la diferencia de las células sanas.
“Esta es la primera vez que se desarrolla una vacuna que capacita al sistema inmune para distinguir y eliminar a las células cancerosas en base a la estructura diferente del azúcar en proteínas como la MUC1”, comenta la Dra. Gendler. “Lo que más nos entusiasma es el hecho de que el Instituto Nacional del Cáncer recién reconoció a la MUC1 como una de las tres proteínas tumorales más importantes para el desarrollo de vacunas”.
“Esta vacuna suscita una respuesta inmune muy fuerte”, señala la otra coautora experta, Dra. Geert-Jan Boons, Profesora Franklin de Química e investigadora del Centro Oncológico de la Universidad de Georgia y de su Centro para Investigación sobre Carbohidratos Complejos en la ciudad de Atenas (estado de Georgia, Estados Unidos).
La Dra. Gendler menciona que la MUC1 se encuentra presente en más de 70 por ciento de los cánceres que matan. Muchos tipos de cáncer, como el de mama, de páncreas, de ovario y el mieloma múltiple expresan la MUC1 con carbohidratos más pequeños, en más de 90 por ciento de los casos.
Explica también que cuando el cáncer se desarrolla, la arquitectura de la célula cambia y la MUC1 se produce en altos niveles, promoviendo la formación del tumor. La vacuna dirigida contra la MUC1 conlleva un potencial tremendo para prevenir la recurrencia de la enfermedad y también como profilaxis para los pacientes que tienen alto riesgo para un cáncer en particular, añade la Dra. Gendler. Además, se puede usar la vacuna conjuntamente con la terapia normal (quimioterapia, por ejemplo) en los casos de cáncer que no pueden curarse con cirugía, como el cáncer de páncreas.
Para que el sistema inmune reconozca a la MUC1 en las células tumorales, se requiere una vacuna especial compuesta de tres partes: una parte se encarga de engañar al cuerpo para que crea que las células cancerosas son una infección bacteriana; otra parte estimula la respuesta de los anticuerpos; y la tercera parte estimula la respuesta de los linfocitos. Al omitir cualquiera de estos componentes, la vacuna no funciona igual de bien.
La Dra. Boons anota que la MUC1 también se expresa de manera excesiva en 90 por ciento del subconjunto de pacientes que no responde a la herceptina ni a la terapia hormonal, como el tamoxifeno o los inhibidores de la aromatasa. La Dra. Boons explica que estos tumores llamados triplemente negativos son sumamente agresivos y difíciles de tratar, por lo que se necesita con urgencia una nueva alternativa de tratamiento.
“Solamente en Estados Unidos, cada año se diagnostica a 35.000 pacientes con tumores triplemente negativos; de manera que este podría ser el tratamiento para un gran grupo de enfermos que actualmente no cuenta con nada más, aparte de la quimioterapia”, expresa la doctora Boons.
La Dra. Gendler y sus colegas actualmente prueban la eficacia de la vacuna en cultivos de células cancerosas humanas y planifican evaluar la toxicidad. Si todo sale bien, los ensayos clínicos de fase I para analizar la seguridad de la vacuna podrían empezar hacia fines del año 2013.
Otras primeras coautoras del trabajo son la Dra. Vani Lakshminarayanan de Mayo Clinic de Arizona y la Dra. Pamela Thompson de la Universidad de Georgia. Entre los demás autores del trabajo están las doctoras Margreet Wolfert y Therese Buskas de la Universidad de Georgia, así como Judy Bradley, Latha Pathangey, Cathy Madsen y el Dr. Peter Cohen de Mayo Clinic de Arizona.
La investigación fue financiada por el Instituto Nacional del Cáncer y los subsidios de Mayo Clinic para los Programas Especializados de Excelencia en Investigación (SPORE) sobre mama y páncreas.
Los científicos de Mayo Clinic de Arizona y la Universidad de Georgia (UGA) desarrollaron una vacuna que disminuye drásticamente los tumores en ratones modelo que imitan en 90 por ciento a los casos humanos de cáncer de mama y páncreas, incluso aquellos que son resistentes a los tratamientos normales. La vacuna, descrita esta semana en la edición temprana de la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences”, revela una nueva y esperanzadora táctica para el tratamiento de los cánceres que comparten el mismo distintivo de reconocimiento de carbohidratos, entre ellos, el cáncer ovárico y el colorrectal.
Cuando las células se convierten en cancerosas, los azúcares de las proteínas de su superficie atraviesan por cambios peculiares que las distinguen de las demás células sanas. Durante décadas, los científicos han intentado capacitar al sistema inmune para reconocer esas diferencias y destruir a las células cancerosas en vez de a las normales; pero debido a que esas células se originan dentro del cuerpo, el sistema inmune generalmente no las reconoce como extrañas y por lo tanto, no desencadena el ataque.
Los científicos utilizaron unos ratones singulares, desarrollados por la Dra. Sandra Gendler, Profesora “David F. y Margaret T. Grohne” de Terapéutica para Investigación sobre el Cáncer de Mayo Clinic en Arizona y coautora experta del estudio. Igual que en los humanos, los ratones desarrollaron tumores que expresaban de manera excesiva la proteína conocida como MUC1 en la superficie celular. El distintivo que adorna a esta proteína vinculada a los tumores y conocida como MUC1 es que tiene un conjunto menor de carbohidratos, hecho que la diferencia de las células sanas.
“Esta es la primera vez que se desarrolla una vacuna que capacita al sistema inmune para distinguir y eliminar a las células cancerosas en base a la estructura diferente del azúcar en proteínas como la MUC1”, comenta la Dra. Gendler. “Lo que más nos entusiasma es el hecho de que el Instituto Nacional del Cáncer recién reconoció a la MUC1 como una de las tres proteínas tumorales más importantes para el desarrollo de vacunas”.
“Esta vacuna suscita una respuesta inmune muy fuerte”, señala la otra coautora experta, Dra. Geert-Jan Boons, Profesora Franklin de Química e investigadora del Centro Oncológico de la Universidad de Georgia y de su Centro para Investigación sobre Carbohidratos Complejos en la ciudad de Atenas (estado de Georgia, Estados Unidos).
La Dra. Gendler menciona que la MUC1 se encuentra presente en más de 70 por ciento de los cánceres que matan. Muchos tipos de cáncer, como el de mama, de páncreas, de ovario y el mieloma múltiple expresan la MUC1 con carbohidratos más pequeños, en más de 90 por ciento de los casos.
Explica también que cuando el cáncer se desarrolla, la arquitectura de la célula cambia y la MUC1 se produce en altos niveles, promoviendo la formación del tumor. La vacuna dirigida contra la MUC1 conlleva un potencial tremendo para prevenir la recurrencia de la enfermedad y también como profilaxis para los pacientes que tienen alto riesgo para un cáncer en particular, añade la Dra. Gendler. Además, se puede usar la vacuna conjuntamente con la terapia normal (quimioterapia, por ejemplo) en los casos de cáncer que no pueden curarse con cirugía, como el cáncer de páncreas.
Para que el sistema inmune reconozca a la MUC1 en las células tumorales, se requiere una vacuna especial compuesta de tres partes: una parte se encarga de engañar al cuerpo para que crea que las células cancerosas son una infección bacteriana; otra parte estimula la respuesta de los anticuerpos; y la tercera parte estimula la respuesta de los linfocitos. Al omitir cualquiera de estos componentes, la vacuna no funciona igual de bien.
La Dra. Boons anota que la MUC1 también se expresa de manera excesiva en 90 por ciento del subconjunto de pacientes que no responde a la herceptina ni a la terapia hormonal, como el tamoxifeno o los inhibidores de la aromatasa. La Dra. Boons explica que estos tumores llamados triplemente negativos son sumamente agresivos y difíciles de tratar, por lo que se necesita con urgencia una nueva alternativa de tratamiento.
“Solamente en Estados Unidos, cada año se diagnostica a 35.000 pacientes con tumores triplemente negativos; de manera que este podría ser el tratamiento para un gran grupo de enfermos que actualmente no cuenta con nada más, aparte de la quimioterapia”, expresa la doctora Boons.
La Dra. Gendler y sus colegas actualmente prueban la eficacia de la vacuna en cultivos de células cancerosas humanas y planifican evaluar la toxicidad. Si todo sale bien, los ensayos clínicos de fase I para analizar la seguridad de la vacuna podrían empezar hacia fines del año 2013.
Otras primeras coautoras del trabajo son la Dra. Vani Lakshminarayanan de Mayo Clinic de Arizona y la Dra. Pamela Thompson de la Universidad de Georgia. Entre los demás autores del trabajo están las doctoras Margreet Wolfert y Therese Buskas de la Universidad de Georgia, así como Judy Bradley, Latha Pathangey, Cathy Madsen y el Dr. Peter Cohen de Mayo Clinic de Arizona.
La investigación fue financiada por el Instituto Nacional del Cáncer y los subsidios de Mayo Clinic para los Programas Especializados de Excelencia en Investigación (SPORE) sobre mama y páncreas.
Publicado en CáncerCancer, Medicina
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